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    Japón tiene nueva primera ministra y es baterista de heavy metal

    Éxito Noticias, 21 de octubre 2025.- A finales de la década de 1970, Sanae Takaichi, una joven que viajaba seis horas diarias en autobús y tren desde la casa de sus padres en el oeste de Japón para asistir a la universidad, era una aficionada al heavy metal y a las motocicletas Kawasaki, y anhelaba mudarse.

    Pero su madre insistió al principio en que se quedara en casa, prohibiéndole vivir en una pensión antes de casarse.

    “Soñaba con tener mi propio castillo”, escribió Takaichi en sus memorias de 1992.

    El martes, Takaichi ganó las elecciones como primera ministra de Japón, la primera mujer en lograrlo en la historia del país.

    Fue la culminación de un ascenso inesperado en la política y un hito en un país donde las mujeres han luchado durante mucho tiempo por ganar influencia.

    Takaichi, de 64 años, quien creció cerca de la antigua capital japonesa, Nara, desafía las etiquetas fáciles.

    En una ocasión habló sin rodeos sobre los desafíos de trabajar en política como mujer en Japón, pero ahora es la líder del tradicionalista Partido Liberal Democrático, dominado por hombres.

    Ha expresado su preocupación por la dependencia de Japón de Estados Unidos, pero también ha dicho que espera colaborar estrechamente con el presidente Donald Trump.

    Es una baterista aficionada que idolatra a bandas como Iron Maiden y Deep Purple, pero también viste trajes azules para rendir homenaje a su otra heroína, la ex primera ministra británica Margaret Thatcher.

    Se espera que Takaichi, protegida de Shinzo Abe, el primer ministro japonés con más años en el cargo, asesinado en 2022, impulse a Japón aún más a la derecha, en respuesta a una reciente ola populista que guarda ciertas similitudes con el movimiento MAGA de Trump.

    Ha adoptado políticas agresivas con respecto a China; ha difundido el mensaje de que “Japón ha vuelto”; ha minimizado las atrocidades cometidas por Japón durante la Segunda Guerra Mundial; y ha prometido regular la inmigración y el turismo de forma más estricta.

    “Quiere que Japón sea fuerte y próspero para el pueblo japonés y para el mundo”, dijo Yoshiko Sakurai, destacada periodista y activista que ha apoyado a Takaichi.

    “Está abierta al mundo exterior. Pero también entiende que debemos ser muy buenos japoneses. Debemos conocer nuestra propia cultura, tradiciones, filosofía e historia”.

    Takaichi se enfrentará a su mayor prueba hasta la fecha al lidiar con la nueva incertidumbre sobre la alianza militar y económica de Japón con Estados Unidos.

    Se espera que se reúna la próxima semana en Tokyo con Trump, quien ha inquietado a los funcionarios japoneses con aranceles y sugerencias de que el país debería pagar más por la presencia de tropas estadounidenses en la región.

    Aunque muchos políticos japoneses provienen de círculos adinerados y de élite, Takaichi creció en una familia humilde en la prefectura de Nara, una zona repleta de templos, santuarios, densos bosques y ondulantes colinas verdes.

    Su madre trabajaba en el departamento de policía y su padre en una fábrica de autopartes.

    Motoko Shimada, una amiga de la infancia de Takaichi, recordó que su compañera de clase con coletas compartía onigiri caseros, o bolas de arroz, y tortillas enrolladas con estudiantes que habían olvidado sus vianderas en un viaje escolar.

    “Era muy sonriente y muy reservada”, dijo Shimada.

    “No tenía esa imagen de mujer fuerte. Pero era capaz de notar cuando alguien no encajaba bien o tenía dificultades, y podía ayudarlo”.

    Desde pequeña, Takaichi parecía consciente de las presiones que afrontaban las mujeres japonesas.

    Su madre le decía que fuera una “rosa carmesí”, recordó Takaichi en una biografía de Eiji Ohshita publicada en 2024, pidiéndole que “conservara la gracia femenina y tuviera la fuerza para afrontar las injusticias”.

    Sus padres la presionaron para que asistiera a la Universidad de Kobe, una escuela pública a unos 80 kilómetros al noroeste de su ciudad natal, a pesar de haber sido admitida en instituciones privadas de élite en Tokio.

    Consideraban que su hija no necesitaba una educación universitaria por ser niña, según ha declarado Takaichi en entrevistas, y querían ahorrar para mantener a su hermano menor.

    (Takaichi, a través de un representante, declinó ser entrevistado para este artículo).

    Tras graduarse, Takaichi asistió al Instituto Matsushita de Gobierno y Gestión, un reconocido centro de formación para jóvenes políticos y líderes empresariales.

    A finales de la década de 1980, se interesó por Estados Unidos, el principal competidor económico de Japón en aquel entonces, y consiguió una pasantía en la oficina de la ex representante Patricia Schroeder, demócrata por Colorado, una ferviente feminista.

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    Takaichi se había conmovido por el emotivo discurso de Schroeder en 1987, en el que anunció que no se presentaría a la presidencia.

    Takaichi le envió un telegrama animándola a presentarse de nuevo algún día y ofreciéndole ayuda.

    En Washington, Takaichi era una presencia enérgica, bombardeando a sus asesores con preguntas sobre el funcionamiento interno del Congreso y la política exterior estadounidense, y desarrollando una gran afición por la manteca de maní.

    En aquel entonces, no se veía ningún indicio de sus opiniones conservadoras sobre defensa o cuestiones sociales, según Andrea Camp, exasesora de Schroeder.

    A su regreso a Japón, Takaichi trabajó como escritora y personalidad televisiva, forjándose una reputación como una aguerrida polemista.

    En 1993, comenzó su carrera política, ganando las elecciones al parlamento como independiente por Nara con una plataforma de reforma política.

    Su padre destinó sus ahorros de jubilación a su campaña.

    En la Dieta, el parlamento japonés, Takaichi pronto descubrió el aislamiento que suponía ser mujer en política.

    Sus colegas hombres a veces eran despectivos, recordó, y solían tratar asuntos en saunas y clubes sociales, donde no era posible reunirse con legisladoras.

    “Es realmente difícil para una mujer conocer a un hombre a solas”, declaró a The Associated Press en 1993.

    “La gente está observando, y no quiero que se invente ningún escándalo extraño. No podemos aprovechar las horas después de las 5 p. m.”.

    Durante sus primeros años en el parlamento, forjó una sólida alianza con Abe, un legislador de una familia de élite con una visión nacionalista del mundo.

    Ambos coincidieron en temas como el aumento del gasto militar y la incorporación de un tono más patriótico a los libros de historia.

    Cuando Abe fue elegido para su primer mandato como primer ministro en 2006, nombró a Takaichi miembro de su gabinete, convirtiéndola en una de las mujeres más visibles de la política japonesa.

    La renovó en 2012, al comienzo de su segundo mandato, que duró ocho años.

    Takaichi se convirtió en una férrea defensora de sus políticas, incluyendo los esfuerzos por revisar la Constitución japonesa para liberar a su ejército tras décadas de pacifismo de posguerra, y su programa económico, que priorizaba el dinero barato y los estímulos gubernamentales.

    Takaichi intentó persuadir a Abe para que se presentara de nuevo en 2021, pero él se negó.

    Cuando ella se presentó a la contienda, él la apoyó.

    «La Sra. Takaichi es la verdadera estrella de los conservadores», dijo Abe en aquel momento.

    Perdió esa contienda y se quedó a las puertas de otra en 2024.

    Cuando Abe fue asesinado frente a una estación de tren en Nara, mientras pronunciaba un discurso de campaña, Takaichi quedó devastada.

    En aquel momento, declaró que «nunca se había sentido tan deprimida física y mentalmente».

    “Tengo que trabajar muy duro a partir de hoy”, escribió en las redes sociales, “de lo contrario tendría que pedirle disculpas”.

    Ascenso
    Cuando Shigeru Ishiba anunció en septiembre su dimisión como primer ministro, tras una serie de vergonzosas derrotas electorales del PLD, Takaichi volvió a alzar la mano para liderar su partido.

    Venció a cuatro hombres, aprovechando el apoyo de las bases del partido con un mensaje sobre convertir la ansiedad de la gente en esperanza.

    A medida que su perfil ha aumentado, la vida privada de Takaichi ha sido objeto de escrutinio.

    Se casó con Taku Yamamoto, otro político del PLD, en 2004.

    Se divorciaron en 2017 (Takaichi ha declarado que la pareja tuvo fuertes discusiones políticas en casa) antes de volver a casarse en 2021.

    En esa ocasión, Yamamoto adoptó el apellido de Takaichi, un gesto poco común en la cultura patriarcal japonesa.

    En la ciudad de Kashihara, en Nara, la ciudad natal de Takaichi, que tiene una población de unos 125.000 habitantes, sus amigos y seguidores han celebrado su ascenso, rezando por su éxito en los templos locales y enviando orquídeas blancas a su oficina de distrito.

    Nara ha tenido un papel destacado en su vida política.

    Durante la reciente campaña, acusó a los turistas de patear al querido ciervo del Parque de Nara.

    Recibió críticas por este comentario, que algunos consideraron xenófobo.

    Yukitoshi Arai, antiguo peluquero de Takaichi en Nara, fue pionero del corte de pelo corto que la hizo famosa.

    Dijo que quería que sus ojos y oídos fueran visibles para demostrar que veía y escuchaba a la gente que conocía.

    Dijo que sentía que Takaichi conservaba las cualidades de la gente de la región de Kansai, en el centro de Japón:

    humor y humildad.

    En una ocasión, le regaló un champú que, según se decía, le había gustado a Thatcher durante su visita a Tokio.

    “No creo que sea una ‘dama de hierro'”, dijo, refiriéndose al apodo que los medios británicos le dieron a Thatcher.

    “Su estilo es el de una mujer de Kansai”.

    Después de su victoria este mes en las elecciones de liderazgo del PLD, Arai le envió un mensaje de texto a su ex clienta para recordarle que se cuidara.

    Takaichi respondió dos días después:

    «La batalla comienza ahora», escribió.

    //c.2025 The New York Times Company vía Clarín

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